Tus comentarios son bienvenidos, me gusta leer lo que piensas al respecto, si te gustó, te recordó algo, te hizo sentir algo, etcétera. Tus palabras son un apoyo para que siga escribiendo y también una crítica constructiva para que mejore mis fragmentos. Gracias por leerlos.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

El perdón

No hay situación que involucre tantos sentimientos tan diferentes como el perdón. El remordimiento de quien lo necesita y el rencor de quien lo tiene que dar. El alivio de quien lo ofrece y el gozo de quien lo recibe. Toda clase de odios y todo tipo de alegrías. Todos los problemas que envuelve una palabra tan chiquita.

En los últimos dos libros que he leído se trata este tema. Y durante mis lecturas, llenas de entretenimiento, pensamientos y reflexión, me dí cuenta de que lo más difícil para una persona, más difícil que decir “te amo”, es decir “te perdono”.

“The Shack” (cuyo título en español es “La Cabaña”) escrito por Wm. Paul Young, trata sobre un hombre que se encuentra con Dios en sus tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) tras haber pasado un año desde el brutal asesinato de su hija de 6 años. El dolor y el trauma emocional del padre es inimaginable. Su impotencia lo consume a pesar de que han pasado meses desde la trágica muerte y no puede hacer nada más al respecto. Y toda la fe y esperanza que éste hombre había puesto en Dios, parecía haber desaparecido por completo. Es entonces cuando Dios lo encuentra y le explica que siempre va a haber cosas malas en el mundo que son inevitables, que Él no las provoca y muchas veces no las para. Pero que siempre busca la manera de enseñarte algo a través de estas situaciones difíciles. Sabe que perdonar a alguien por haber asesinado a su hija es casi imposible. ¿Cómo puede un asesino ser perdonado y ganarse el cielo después de lo que hizo? ¿Se lo merece? Nosotros no estamos aquí para juzgar aunque somos expertos para hacerlo y estoy segura de que el 99% de los humanos jamás lo perdonaría. Yo lo acepto, yo no me creo capaz de perdonar a alguien por eso y mucho menos si fue mi hijo a quien mató. Y sé que está mal. Porque no tiene caso vivir con un rencor que poco a poco va consumiendo nuestra alma, un rencor que se vuelve parte de nuestra vida y hace que nos olvidemos de cómo amar, de vivir.

Pero perdonar no es olvidar. Aquello que sufrimos es inolvidable, sin embargo el perdón te permite dejar ir aquello que te priva de la felicidad. Te permite construir un puente sobre lo que ha pasado y continuar el camino de tu vida hasta haber realizado tus sueños, hasta haber llegado a la meta. Y hay veces que tendrás que repetir “te perdono” un millón de veces y por años hasta que tu corazón por fin lo deje ir. Pero una vez que lo logras, te das cuenta de que ya tiraste del barco la caja que decía “Sentimientos feos y malas acciones de las que te vas a arrepentir”.

Por otro lado, “The Wednesday Letters” escrito por Jason F. Wright, narra el descubrimiento de una serie de cartas que un hombre le escribió a su esposa, una por semana el resto de su vida, o sea hasta que falleció. Los tres hijos las encuentran, las leen y se dan cuenta de que el hermano de en medio es bastardo. Pero no porque su madre hubiese sido una zorra infiel, sino porque fue violada. Ella no tardó en perdonar al idiota borracho que se le tiró encima, quien después se convirtió y se hizo Pastor. Pero su esposo primero tuvo que perdonar a su mujer por haberle revelado el secreto un año después. Luego perdonarse a sí mismo por haber salido de viaje en lugar de haberse quedado con ella, cuidándola. Y por último perdonar al desgraciado que le hizo eso a su esposa. La situación casi les cuesta su matrimonio, pero el amor que tenía por ella fue lo suficientemente grande para poder continuar su vida juntos.

Y no sólo el perdón que tuvo que dar el padre, sino también el hijo, quien se enteró 32 años después que su padre no era su padre biológico. ¿Cómo aceptar una verdad y un secreto tan grandes? Perdonar no es olvidar. No tiene caso revolcarse en un trochil cuando todos los demás ya saltaron la valla y tú también puedes hacerlo.

Lo curioso de ambos libros es que el proceso del perdón transcurre en tres días, un fin de semana. Ambos hablan de Dios como una parte importante de la vida del hombre, y lo es. Una vez leí un dicho que decía que era bueno que tuvieras un dios, sin importar si eres cristiano, judío, mormón, musulmán, budista o de cualquier otra religión. Y pobres aquellos que no creen en nada porque no encontrarán consuelo en momentos de desesperación.

Ahora bien, el único hombre perfecto que ha existido en la historia del mundo es Jesús. Ninguno de nosotros lo somos y nadie en el futuro lo será. Y todos tenemos algo de qué pedir perdón y alguien a quien perdonar. Pide perdón por tus errores y verás cómo se te va a aligerar el corazón y cómo vas a vivir más feliz. Perdona, aunque te cueste años convencerte a ti mismo de que has perdonado y verás cómo, a pesar de las cosas malas que pasan, siempre hay algo más grande en tu camino por lo cual luchar.

lunes, 19 de octubre de 2009

Llamada sin completar

En mi barrio, los ojos resignados, no ven mas que desgracia. Y aunque no todo es malo, siempre se inventan algo. Creen que la vida los trata mal y los puso en éste lugar porque se lo merecen, pero yo creo distinto. Hoy en la mañana fui al teléfono público, a llamar al amor de mi vida. Sus besos dulces y suaves siguen tatuados en mis labios y aún recuerdo todos los tonos de sus ojos reflejando mi rostro. Extraño cada pliegue de su piel, sufro como si mi carne estuviera al rojo vivo.

Hoy fui al teléfono público que se encuentra al final del cerro, en la cima. Desde allí se ve la ciudad, las luces prenden y apagan y se mueven en las noches. El bullicio de los bares hace eco en las paredes de mi barrio y como siempre, cada noche, busco su voz. A veces me siento tan cerca e inmune, a veces siento que veo su vida desde detrás de un cristal. Conozco los rostros de todos los demás y todos me miran a la cara. Pero el amor de mi vida se voltea del otro lado del teléfono. Y cada vez que tomo el teléfono y trato de llamarlo, éste me quema las manos.

Hoy fui al teléfono público e intenté llamarlo de nuevo. Mis manos me dolieron pero aguanté un poco. No contestó. Desde allí puedo ver la ciudad, cómo amanece y cómo oscurece. Puedo contemplar el sol que lo besa cada mañana y la luna cantándole por las noches. Lo busco en la ciudad, lo encuentro en el cielo.

Inspirado en Amar te duele.

lunes, 7 de septiembre de 2009

La vida de un mundo

Tantas tintas distintas que existen, todas marcan tu piel. Unas son comunes, se quedan poco tiempo, te marcan un rato, apenas llueve y se desliza la basura hacia abajo haciendo espacio para lo nuevo.
Otros geles falsos de tonos llamativos y fosforescentes engañan tu mente, pero son aún más delicadas que las anteriores.
Por otro lado, siempre está Sharpie: no te deja por meses y meses. Tus logros se graban en tu piel, te recuerdan lo que fuiste y, eventualmente, se desvanecen para dar lugar a más sueños realizados.
Oh tatuajes. Artísticos, abstractos, tantas figuras y significados. ¿Cuántos secretos se revelan a flor de piel justo detrás de las líneas impresas en la carne? Todos intentan descifrarlo pero sólo unos cuantos descubren lo que esconden. Unos dicen “son eternos”, pero yo creo que no lo son tanto.
No hay nada como cicatrices. Horribles y profundas marcas que llevan el color de tu piel y aún así no las puedes esconder. Unas no llegan tan lejos. Otras te atraviesan el alma y el corazón al mismo tiempo. Unas sangran siempre, otras sólo te recuerdan que sí existieron. Unas son largas, anchas y dolorosas. Otras son pequeñas, profundas e infernales.

Ni un trocito de piel se escapa de las marcas.

viernes, 14 de agosto de 2009

Tu Emmet Richmond

Hoy vi la película “Legalmente Rubia”, y su secuela, en la televisión. Una serie de películas muy entretenidas, chistosas, motivadoras, etc. cuyo mensaje más obvio sería “las rubias pueden no saber de ciencia, ni política, ni leyes, ni economía, pero pueden usar sus conocimientos para el bien común. Por lo tanto no son tontas.” Pero ese mensaje no fue el que captó mi atención.

Hubo momentos cruciales en la película donde Elle (la protagonista) tenía que sobrepasar obstáculos que parecían insuperables. Sin embargo siempre había personajes que la ayudaban a subir el escalón y llegar al siguiente nivel. Uno de ellos, y talvez el menos significativo (o sea, el relleno de la película para incluir un toque de romance lo cual es necesario para toda cinta enfocada hacia el entretenimiento femenino) fue Emmett, quien se convertiría en el esposo del Elle al final de la segunda película.

En la cinta hubo varios hombres que se interesaron por Elle. Uno la quería porque era bonita y tenía buen cuerpo. Otro la quiso cuando ella “se convirtió” en una persona inteligente, reconocida e interesante, cuando ella realmente siempre lo fue, pero el tipo no se dio cuenta a tiempo. Y otro vio, a través de la ingenuidad de Elle, que ella era única. Y no simplemente eso, sino que la apoyó en todas sus descabelladas ideas porque él tenía la certeza de que iba a lograr alcanzar sus metas. Y ella lo lograba, en gran parte porque había alguien que creía plenamente en ella, o sea: Emmett.

Lo que quiero decir es… en tu vida te vas a topar con hombres que van a querer andar contigo porque tienes un buen trasero, bubis, eres bonita, eres inteligente y trabajadora (traducción= chico MMC) o tus papás tienen lana o todas las anteriores juntas, o yo qué sé. Yo no quiero que caigas tan bajo como para andar con un desgraciado que sólo se interesa por lo que tienes fuera de ti, sino que conozcas a alguien que se interese por lo que hay dentro de ti.

Hazte esta pregunta: ¿Existe alguien que apoya mis sueños e incluso mis locuras?

Yo me hice esa pregunta y la única respuesta a la que he llegado hasta ahorita es: mi papá. Pero todos sabemos que nuestro papá no va a ser el protagonista en “el resto de mi vida”.

No quiero que el protagonista del resto de tu vida sea la persona que te mire hacia abajo y te diga “talvez tengas más suerte la próxima vez”.
No quiero que el protagonista del resto de tu vida sea la persona que se pare a tu lado y te diga “tú puedes, ¡yeys!”.

Quiero que el protagonista del resto de tu vida sea la persona que te suba a sus hombros, te impulse hacia arriba y te diga con toda la convicción del mundo “vas a lograrlo”. Porque eso es lo que tú te mereces.

"You know, being a blonde is actually a pretty powerful thing. You hold more cards than you think you do. And I, for one, would like to see you take that power and channel it toward the greater good, you know?" 
–Emmett Richmond

Inspirado en Legalmente Rubia y Legalmente Rubia 2

martes, 30 de junio de 2009

Re-uniones

Para Oscar, Denisse, Finni y Luis.

El día comenzó de manera agradable. Me levanté cuando el cuerpo me lo pidió, saludé a mi perrito. Salimos a regar y nos quedamos sentados durante casi una hora… cada quien pensando en su mundo. Regresé dentro y vi trozos de buenas películas en la televisión como “Shakespeare apasionado” y “Corre Lola corre”. Después me di cuenta de que se hacía tarde y corrí a bañarme. Salí, me arreglé súper rápido y me atraganté un sándwich gritando “¡Mamá, se nos hace tarde!”.

Llegué a mi destino temprano –como era mi intención– porque en ocasiones anteriores muy lejanas había llegado tarde vergonzosamente, por una considerable cantidad de tiempo. Y ahí me reuní con extraños conocidos. Fueron llegando uno por uno convirtiendo las conversaciones ligeras y formales en pláticas más profundas, entretenidas y casuales. Cada quien dándole un toque de excentricismo, felicidad, curiosidad, relevancia y simpleza. Fue hace un año la última vez que los vi antes de reincidir hoy. Un año de experiencias, emociones, pensamientos… en fin, un año en el cual las personas pueden cambiar y crecer a pesar de ser los mismos.

Pero es así como me doy cuenta de que, no importa cuánto tiempo pase, podemos disfrutar de una buena ronda de carcajadas bien merecidas. Así son los amigos de verdad. Así son mis amigos.

jueves, 18 de junio de 2009

Vida y Muerte de una Mojarra

Junio. El día es caluroso, y las pocas ventiscas de aire arrastran consigo las llamas humeantes del sol. A pesar de la extrema temperatura del día, los empleados salen a la palapa y se disponen a comer al aire libre, tan exhaustos y alegres como siempre.
Entre ellos se encuentra una mujer alrededor de los 40 años, de estatura mediana y complexión delgada. Al llegar a la caja lee detenidamente el menú del día. Las enchiladas suizas se han terminado. Observa unas líneas más arriba deteniéndose sobre un platillo atractivo:

Mojarra…………… $45.00

Hace tiempo que no come pescado y, además de que el sabor es de su agrado, ingerirlo ayuda a la elasticidad de la piel. Lo compra. Se acerca a la barra para recibir su comida fijando la vista sobre una guarnición de pasta en salsa verde. El hombre del otro lado le sirve la pasta y lechuga con una rebanada de tomate como guarniciones. Después se acerca a la máquina freidora y saca un pescado. Entero. Esthela siempre pensó que iba a recibir unos filetitos de pescado bien cocidos, pero ver el pescado con todo y aletas, bien frito, la sorprendió. Al principio se sintió rara ¿cómo se iba a comer un pescado entero? ¿Y las espinas? ¿Y la cabeza? Pero los sentimientos de duda se fueron disipando cuando una corriente de emoción ansiaba probar ya ese pescado.

Quién diría que esa mojarra se freiría y se le serviría como comida a una mujer. Quién diría que el pez que saldría de ese pequeño huevecillo criado en una granja de peces, jamás tocaría las dulces aguas de un río o de un lago ni mucho menos viajaría en la inmensidad del océano. Ese pez que convivió con muchos otros, que agitó sus aletas tantas veces, que sintió agua fresca cruzando sus branquias todos los días. Talvez fue la mojarra más ágil del banco, o la más rápida, o la más grande, o la más pequeña, o la más brillante, o la más comilona. ¿Sería hembra o sería macho? Y si fue hembra ¿puso más huevecillos en la granja? Pobre mojarra, talvez nunca supo en lo que se convertirán sus crías.

Pues todas las crías de mojarra que crecen sanas y fuertes, se pescan y se venden a los humanos. Todas las mojarras de esa granja se convierten en comida para humanos. Para eso fueron criadas. Ese era el destino de las mojarras. Incluso antes de que existiera el huevecillo, ya se sabía qué iba a suceder al final de la vida del pez. Y su destino fue decidido por un humano. ¿Cuántos destinos controlan los humanos?

jueves, 4 de junio de 2009

Hoy encontré un deseo en el patio

Hoy vi a mi perrito corriendo en el césped. Se veía tan feliz, tan libre, tan lleno de vida, tan hermoso. Erguí la cabeza y extendí mi vista hacia arriba para encontrarme con un pincelazo azul cielo uniformemente bello en la bóveda celeste. Y un mero círculo blanco con manchas plateadas en el interior. Era como estar viendo una pintura digital, con los colores y los contornos tan bien definidos que, si me dijeras que es un simple dibujo creado por un simple humano, te creería. Pero lo maravilloso y hermoso del paisaje que contemplé esta tarde, no cae dentro de lo simple, sino de lo inexplicable.
Observé detenidamente el cuadro perfectamente pintado sobre mí y vi que la luna no parecía un cuerpo, una esfera… sino que se veía más como un círculo, completamente plano. Entonces volteé a ver las nubes, a través del cielo en la parte opuesta y me dí cuenta. Las nubes se ven en tercera dimensión porque los rayos del sol las tocan directamente y denotan su volumen. Sin embargo, desde mi perspectiva, los rayos del sol no tocan a la luna como tocan a las nubes. Entonces le dije a Dios: “Ésa es una buena explicación, pero aún no me has dicho cómo es que todas las personas de todo el mundo pueden ver la luna al mismo tiempo. Siempre está en el cielo, de día y de noche. Siempre está ahí. Pero si la Tierra es mas o menos redonda, sería imposible que todos la pudieran ver al mismo tiempo, ¿cierto?”  Es tan improbable como estar hablando contigo. Bueno si es probable, pero no eres nadie. No es que seas nadie, es que eres Dios. Y ¿quién es Dios? No lo sé.
Encontré un deseo en el patio. Una plumita de diente de león colgada en la punta de una hoja de zacate. Una vez me dijeron que la luna estaba ubicada en un lugar universal, pero no es cierto. Es que la luna también da vueltas, por eso la ve todo el mundo. Eso tiene sentido.
No se quién es Dios, no sé porqué estoy hablando con Él. No lo conozco, no sé quién es, no sé cómo es, ni dónde está. Si no tuviera fe, sentiría como si le estuviera hablando a la pared. Pero ¿qué es fe? Fe… es como el amor. No es un sentimiento ni una emoción. No es nada más que una simple palabra, un puñado de letras. No estoy diciendo que no signifique nada. Al contrario, yo creo que esta simple palabra engloba muchísimos sentimientos y emociones. Yo creo que el amor es la abreviación de costumbre, admiración, afecto, dependencia, fortaleza, necesidad, superación, tolerancia, vida, libertad, aventura, amistad, riesgo, felicidad, fortuna, protección, deseo, compasión, perdón, satisfacción, valor, confianza, y muchas otras más. Entonces, si te fijas, cada una de éstas palabras, tiene un significado… pero ¿el amor? El amor es una palabra, es nada, pero es todo. Simplemente que no nos alcanza la vida para decir todo lo que es. Es por eso que una persona muy inteligente inventó una palabra de cuatro letras para resumirlo y decirlo tantas veces nos sintamos así.
No entiendo a la luna, no sé quién es Dios y no sé si el amor como lo conozco es realmente amor. Lo único que sé, es que hoy encontré un deseo en el patio. No sé quién lo deseó, no se dónde está y no sé qué deseó. Pero su deseo llegó a mí, y espero que un día venga y me diga quién es. Y espero que cuando venga y me lo diga, me diga qué pidió. Y espero que cuando venga y me lo diga, espero que me diga porqué. Y espero que cuando venga y me lo diga, pueda cumplir su deseo. Pero primero tendré que esperar. 

lunes, 11 de mayo de 2009

Florizel

Has dicho su nombre como si fuese cualquiera.
Pero es cierto.
Es cierto que lo extraño. Verlo, escucharlo, decirle que lo amo.
Y tú has venido y has dicho su nombre.
Pues no me lo has recordado.
Pienso en él todo el tiempo.
Sí, he vivido con este sufrimiento.
¿No ves mi corazón vacío incluso ahora?
Cuando él se fue, se lo llevó todo.
Y me llenó de lágrimas tal mar de aguas saladas.
Y yo lo he cargado todo este tiempo, pues ha sido lo único que me ha dejado.
Y me pesa tanto haberlo perdido, y tanto seguir cargando con esto.
Sólo quisiera desplomarme en el piso y perderme en las moronas.
Pero ser parte de las estrellas para desde el cielo seguirlo viendo.
Tan de lejos como ahora.
Y tú has venido y publicado su nombre y mi amor.
Te has burlado de lo único que he perdido.
Te has burlado de lo único que existe en mi corazón.
Has venido a abrir la llave y a vaciar lo que me quedaba dentro.
Has venido a asesinar mi cuerpo y mi alma y ya no lo siento.
Me has apuñalado en donde más me duele sin poder defenderme.
Me has arrebatado mi único recuerdo, mi amor reprimido.
Y aún estando en el lecho de mi muerte,
te juro que jamás hubo en mi mente un segundo de olvido.

lunes, 27 de abril de 2009

El Regalo Supremo

Quiero darte un regalo, bueno, una serie de regalos que te va a llevar a… llamémoslo: el regalo supremo.
Si no logras algo, ni modo, se termina. Te quedas con nada.

El Regalo del Trabajo
Trabaja. Trabaja duro y trabaja bien. Si haces cualquier cosa de ésta manera, puedes lograr lo que sea.

El Regalo del Dinero
Aprécialo. No es para darse lujos ni presumirse, aprende a utilizarlo. Nunca sabes cuándo se te pueda terminar.

El Regalo de la Amistad
Aprecia a tus amigos, recuérdalos, frecuéntalos. Un amigo es aquél que planea conocerte por el resto de su vida.

El Regalo del Aprendizaje
¿Realmente sabes aprender? No todos los conocimientos se encuentran en los libros.

El Regalo de los Problemas
Uno aprende a vivir hasta que lo pierde todo. Perderlo todo es el lugar perfecto para volver a empezar.

El Regalo de la Familia
Tu familia es la mejor decisión que has hecho en tu vida. Date cuenta de cuánto los amas.

El Regalo de la Risa
¡Ja, ja, ja!

El Regalo de los Sueños
Debes ser libre de soñar. Búscate un sueño y ¡actúa!, hazlo, realízalo, lógralo. Y si no estás seguro de tener tu propio sueño, ten la seguridad de que puedes ayudar a otras personas a realizar el suyo.

El Regalo de Dar
Da cuando alguien lo necesite aunque quiera rechazarlo. Y espera nada a cambio.

El Regalo de la Gratitud
Da gracias por lo que tienes y por lo que recibes aunque no lo deseabas.

El Regalo del Día
Tu sueño es un día perfecto, y cada noche terminas ese día perfecto.

El Regalo del Amor
Ama a todas las personas, y díselo.

Inspirado en la película "The Ultimate Gift".

sábado, 11 de abril de 2009

La ciudad

Hoy conocí mi mundo. No el que está dentro de mí… sino el que me rodea. Hoy camine sobre la acera tatuada con la historia de mi gente. Hoy vi los recuerdos asomándose por la ventana. Hoy las palomas me miraron y dijeron “yo te he visto antes”. Hoy, cuando doblaba la esquina, veía el mismo mundo pero diferente. Hoy probé lo que en años no había probado. Hoy vi a la gente andando por la plaza, cada cabeza es un mundo, un alma, una historia. Todas distintas. Debajo de cada edificio yacen las memorias que lo construyeron. Y sobre cada uno va a apareciendo lo que la gente como tú, y como yo, va creando.
Hoy miré la ciudad y me dijo “atrévete a amarme”. Y dándome cuenta de todo esto, le contesté de regreso “¿cómo no voy a amarte?”.
Pero es que cuando me fijo, traigo la bolsa bien agarrada bajo el brazo, los oídos atentos y un ojo adelante y otro detrás. “Es que tú despiertas mis sentidos, mis emociones, mis amores y mis miedos. Te amo, pero te tengo miedo.”
Entonces, me miró desde la calle poblada de personas y una voz entre el bullicio me dijo “¿me tienes miedo porque me amas?”. Y el eco que chocó contra un callejón vacío y oscuro, retumbó diciendo “¿o me amas porque me tienes miedo?”
La pregunta me paralizó. Jamás había pensado en eso. ¿Acaso cuando me enamoré fue cuando conocí sus bellezas y sus defectos? ¿O me he enamorado de cada piedra en el asfalto y de cada partícula de polvo que navega entre los edificios sin importar sus cualidades?
Me has dejado disfrutar la inmensidad de tus edificios, la frescura de tus parques, el bullicio de tu gente. Me has dicho cuándo tengo tiempo y cuándo no, porque siempre estás contando. Me has mostrado el planeta entero, me has enseñado las personas, me has dejado probar su comida, admirar sus costumbres y aprender sus conocimientos. Todo desde un mismo lugar. Todo desde aquí. Todo encerrado.
“Hoy siento que te amo, pero algún día me iré de aquí. Si lo que estoy diciendo es cierto, volveré para verte y contestarte tu pregunta. Pero si me he mentido a mi misma, te vas a dar cuenta cuando no regrese nunca.”

lunes, 30 de marzo de 2009

¿Bueno, Malo o Cobarde?

Yo no sé cuándo fue la última vez que sentiste la garganta tensa y cerrada. Los ojos entrecerrados e inundados en lágrimas. Los hombros encogiéndose hasta donde los músculos de dejan. Tu cara deformándose detrás de tus manos.

¿Por qué la gente buena muere?

¿Quiénes son los malos?

¿Qué es ser bueno?

Yo creo que alguien que agrede a otra persona, que lastima, que hiere, que hace a otro sufrir… yo creo que la persona que hace eso, es una mala persona.
Pero más que hablar sobre malas personas, quiero hablar de aquellas que son buenas. Aquellos pocos que tienen la esperanza de encontrar algo más en el mundo que pura porquería, y que quieren sacar a relucir la bondad que otros entierran en los escombros. Aquellos que, a pesar de fracasar en sus intentos, nos miran con la sonrisa y la promesa de que no nos van a dejar caer. Que por más que les cueste, vale la pena. Que la vida ya es suficientemente dura, pero unos kilitos de más no les van a hacer más daño. Que van a soportarlo. Aquellos que no se cansan de luchar. Aquellos que saben que hay más probabilidad de soñar el mundo que van a crear, que vivir para verlo.

Recuerda esto que te digo con lágrimas resbalando por mi cara:

Yo sé que, ni tú ni yo, queremos ser malos. Pero más vale morir y haber hecho algo bueno, que morir y no haber hecho nada.

Inspirado en: Pay It Forward. Dir. Mimi Leder. By Leslie Dixon. Perf. Kevin Spacey, Helen Hunt, and Haley Joel Osment. Warner Bros., 2000.

domingo, 22 de marzo de 2009

Ahí va otra de tus vidas

Tomas las llaves de tu carro y tu casa, y como siempre, tintinean cuando chocan entre sí. Abres la puerta y sales al aire frío y el clima húmedo. Te aseguras de haber cerrado bien la puerta. Al subirte al carro, te deslizas con toda facilidad y confianza de quien sabe controlar aquello que maneja todos los días. O al menos eso pensaste. Pensaste que el carro te conocía tanto como tú a él. Pero es una simple máquina. Maldita máquina. Esta tarde el pavimento no estaba seco, pero tu confianza y tú decidieron ir como de costumbre. Anda, rápido por la carretera. No tenías prisa, y el destino final del recorrido no importa porque esta tarde, no llegaste. Por que tus precauciones no fueron suficientes.

Esta tarde, manejaste por la carretera. Tu pie firme sobre el acelerador avanzaba cada vez más la velocidad. Tus manos, frías por el clima, se aferraban al volante con la emoción de un corredor, de una libertad ilimitada. Pero el resto de tu cuerpo se hallaba completamente relajado, posado suavemente en el asiento. Y tus pensamientos se fusionaban, como vapor ardiente, entre el camino y tu “muy común” vida personal.

Esta tarde, el trailer que aguardaba impaciente en la fila del retorno cambió tu vida para siempre.

Esta tarde, mientras tu cabeza tenía un ojo en el camino y otro en las nubes, mientras escuchabas canciones alegres en la radio, mientras el llavero se movía con gracia y cantaba su propia melodía detrás del volante, te deslindaste del grupo de automóviles que solían viajar a tu lado. No había nadie más delante, ni nadie más detrás de ti. Fue entonces que uno, dos, tres, carros te cruzaron por enfrente, atravesando la carretera para llegar al otro lado. Pero lo que no esperabas es que el trailer decidió también atravesarse, cuando tú ya estabas encima. Cuando el vuelco del corazón pisó el freno, tu mente entera se dio cuenta de lo que pasaba. La velocidad aún era demasiada, los gritos ahogados, las lágrimas invisibles, tu cuerpo estaba tan paralizado que ni siquiera sintió lo helado del sudor. Todo el dolor se reflejaba en las arrugas de tu cara. Seguías avanzando, y te diste cuenta de que el remolque había terminado. El primero. El segundo remolque se apareció delante de ti, y al mismo tiempo que giraste el volante entero, cerraste los ojos, y la angustia y el miedo y el dolor se encerró en tu cabeza, y sin poder contenerlo todo, gritaste. En ese grito pediste perdón y pediste una segunda oportunidad. En ese grito sentiste la inercia de tu cuerpo y cómo el auto se volcó una y otra vez, cómo tus manos buscaban de dónde sostenerse y cómo tu cabello, revolviéndose en tu cara, le ocultaba a tus ojos tu cuerpo demacrado. No sentiste el tiempo, no sentiste cuándo terminó. Pero en medio de sollozos, tus manos ardientes buscaron el botón que desabrochaba el cinturón. Caíste. El carro estaba de cabeza. Tus ojos empañados de lágrimas y sangre no veían nada. Entonces te valiste de tus manos para sacar por la ventana tu cuerpo incontrolablemente tembloroso. Ya no querías sentir, ya no querías saber que pasó, el cansancio era tan terrible que ya no querías llorar. Teniendo medio cuerpo afuera, esperabas poder respirar un poco, pero lo único que tu nariz parecía percibir era un humo apestoso de algo quemándose. Te faltó la adrenalina y ahí mismo te tumbaste. Y sentiste cómo tu pesadísimo cuerpo se volvió más ligero.

Uno de los automovilistas que venían más atrás vio la escena. Dejó el carro un par de kilómetros atrás, y sin pensarlo dos veces salió del auto corriendo. Cada paso que daba era el más rápido que podía dar, pero sentía como si durara horas y horas sin poder llegar a sacar a la persona cuyo auto estaba a punto de explotar. Cuando finalmente llegó, le importó poco tomarla de los brazos y sacarla de un jalón, a pesar de que todo su cuerpo se rasgara con los vidrios de la ventana. La tomó en brazos y corrió de nuevo, con una adrenalina que jamás había vivido, de regreso hacia su auto. El viento arrastraba el lejano sonido de múltiples gritos y precauciones. Cuando, jadeante, llegó a su auto, la colocó suave pero fugazmente sobre el pavimento mojado. Y vio su rostro. Vio que su cara, a través de sus heridas, era tan pálida como si hubiese muerto hace días, vio la sangre fresca que se deslizaba sobre su piel helada. Con una esperanza de poder ver a la pobre creatura abrir los ojos una vez más, juntó su dedo índice con el medio y lo colocó en la yugular del cuerpo moribundo. Fue entonces que de sus ojos exorbitados surgieron lágrimas, y un intento imparable de revivirla. Presionó con sus manos todo el peso de su cuerpo sobre el pecho inerte que yacía sobre el pavimento. Fue como si toda la desesperación del mundo se hubiera concentrado sobre ese único lugar. Presionó una y otra vez más, tratando de avivar un corazón que ya estaba muerto. Le daba respiración una y otra vez tratando de expulsar el veneno de sus pulmones. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero por más que trataba no veía ni una sola señal de vida. Y él, en medio de su miedo y de su desesperación, gritó al viento su fracaso, gritó tanto hasta que toda la energía y el viento de un carro explotando le azotó el cuerpo y el alma hasta el pavimento mismo. Sintiendo el calor de las llamas de mil metros, miró el cuerpo inerte y lloró.

No sabes cómo, no sabes porqué. Y sin saber en qué lugar de la escena estabas te dijiste que te darías tu propia oportunidad. Te acercaste a tu cuerpo y trataste de tocar tu mano material. Justo cuando sentiste tus dedos, una luz incandescente comenzó a succionarte al lado contrario de dónde querías ir. Buscabas tus manos para aferrarte a algo, cualquier cosa, pero no las encontrabas. Aún no te querías ir. No te podías ir. Tan joven, tantas cosas por hacer, no se podía acabar aquí, ahora. Reuniste todas las fuerzas que encontraste y luchaste para avanzar en contra de la luz. Cada paso que dabas te sentías más cerca. Pero mientras más tardabas, más te debilitabas. Viste cómo se reunía la gente, cómo los policías y los tránsitos intentaban mantener un perímetro. Cómo los bomberos intentaban con ansias terminar ese pequeño pero aterrador infierno terrenal. Cómo la ambulancia se acercaba a toda velocidad y bajaban los enfermeros con camillas y aparatos. Cómo el hombre que salvó tu cuerpo, yacía temblando incontrolablemente de horror y tristeza. Viste tu mano una vez más, intentaste tocarla una vez más. A pesar de la debilidad, te entrelazaste entre tus dedos. Fue entonces que tu mano se movió, y el hombre vio y, atónito, dejó de llorar. Los enfermeros te dieron choques eléctricos en el pecho desnudo. Bastó con dos para traerte a la vida. Para juntar tu alma con tu cuerpo. Para darte una oportunidad más. Y el hombre cerró los ojos y suspiró. Y en ese suspiro sacó toda preocupación, terror, y miedo. En ese suspiro volvió a respirar.

En ese momento perdiste una de tus vidas para vivir una vez más.

miércoles, 18 de marzo de 2009

UNO: De presente a pasado

“Las novelas de la librería ya no son tan emocionantes como antes” pensó Martha.
Al otro lado de la acera, cruzando la calle Forest, se encontraba el Café Monet’s. Hacía ya 6 años que Martha no iba al lugar. La última vez que fue, tomó una malteada de chocolate, pero ahora que ha crecido pedirá un café, un frapuccino vainilla con una barra de chocolate. Sin duda ama los chocolates.

Al empujar la puerta de madera de cedro y vidrio esmerilado, tintineó una campana colgada de ésta y se introdujo al clima cálido y azucarado del Café Monet’s. Había 6 o 7 mesitas redondas, con 2 sillones acolchonados cada una. La pared lateral consta de un enorme librero retacado de libros, revistas, álbumes y libros de recuerdos. De hecho, ese era el tema del Café Monet’s: el libro de los recuerdos. Estos libros no son nada más que cuadernos gordos de pastas duras. Algunos son celestes, otros amarillos, pero los colores realmente no importan. Quien quiera que entrara al Café Monet’s podía tomar el libro y escribir cualquier cosa sobre su vida: experiencias, pensamientos, canciones, dibujos, poemas, lo que sea. El más antiguo tiene 23 años.
Martha nunca escribió en los libros de recuerdos. A veces leía un poco de ellos, sobre las personas que plasmaban partes importantes de su vida en ellos, pero nunca escribía. De hecho le gustaba más leer las revistas.

Por otro lado, a la izquierda, estaba la barra, tenía unos cuantos banquitos, y las repisas del fondo estaban llenas de recipientes de vidrio de todos colores, reflejando lucecillas por todo el lugar. Y derecho al fondo, no había pared, sino que era vidrio, ventanas que abarcan desde el piso hasta el techo, y allá afuera, después de la puerta corrediza, existe un pequeño jardín con un par de arbolitos, pasto, unas cuantas florecillas y las diminutas paredes cubiertas de enredaderas verdes. Mientas que dos mesas de forja con sus sillas y una banquita al costado, pisaban un suelo enladrillado.

Martha se acercó a la barra y dijo mientras se sentaba en uno de los banquitos “un frapuccino de vainilla y una barra de Hershey’s, porfavor”.
La señora tomó uno de los vasos de la repisa de color verde bosque y le preparó el café. Se lo entregó con la barra de Hershey’s Chocolate Milk. Martha tomó el chocolate, lo abrió con agilidad y lo dejó sumergir abruptamente en su frapuccino vainilla de manera mecánica, como si no lo hubiese pensado. Recargando su cabeza sobre su mano izquierda, tomó la punta del chocolate que sobresalía del vaso con la mano derecha (porque es diestra) y comenzó a revolver suavemente en círculos su frapuccino vainilla. Cerró los ojos y suspiró.

Keenan.

Hace 6 años Martha se levantó temprano un sábado, colocó lo que le faltaba dentro de una maletita. Empacó su cepillo de dientes, su piyama, y dos cambios de ropa. Abrió el auto y metió su maletita y un sleeping bag a la cajuela, la cerró y se sentó en el asiento conductor. “Tin, tin, tin, tin… ¡rum!, tac, “R””. El auto se movió en reversa. “Tac, “D””. El auto se movió hacia al frente. Manejó el auto con precaución ya que hacía solo algunas semanas atrás que había comenzado a manejarlo. Y llegó al punto de reunión. Se aseguró de que sus pertenencias fueran empacadas y subió al camión donde soportó casi 3 horas de mala música.

Al arribar levantaron las casitas de campaña en medio de la noche. Cenaron. Conocieron al dueño de la posada “Escalar es tan fácil como subir unas escaleras de pared, ¿han subido escaleras? Ah, entonces no se preocupen. Sí hay gente que ha muerto, pero eso les pasa por no seguir instrucciones. Pero es muy extraño que suceda, generalmente es porque escalan toda la mañana queriendo llegar a la cima, aunque hay un punto, casi en la cúspide, donde las grietas se terminan y hasta los escaladores con más experiencia caen y mueren. Estas montañas son un verdadero reto…”
Martha ya no quería escuchar más leyendas urbanas sobre los accidentes, no quería tener pesadillas en la noche ni miedo por la mañana.

martes, 17 de marzo de 2009

Un vaso vacío

Hoy vi a un señor con una pierna chiquita. Usaba una patineta vieja para deslizarse en la calle. Utilizaba su mano derecha y su pie izquierdo, el de su pierna buena, para poder avanzar. A través del camellón con palmas, el señor se deslizó. Llegó a un bote de basura que se encontraba ahí mismo. Estiró los brazos hasta alcanzar el borde del bote, lo inclinó hacia él y se introdujo para buscar algo. Un señor necesitado, discapacitado, pepenador, limosnero. El mundo está lleno de toda clase de personas, y todas diferentes a mí.

Cuando el señor salió del bote de basura, tenía un vaso de Nescafé vacío en su mano. Lo miraba, lo inspeccionaba. Supongo que fue el mejor que encontró.

Yo, como cualquier otra persona que no conoce cómo viven otras personas, imaginé que buscaba comida, o incluso un trozo de periódico. Pero ese señor estaba tan necesitado que lo que buscaba era un vaso para pedir limosna y juntar un poco de dinero para comer el día de hoy.

A decir verdad, nunca antes me había preguntado de dónde sacaban los limosneros su vaso para pedir limosna.

lunes, 9 de marzo de 2009

Si hay algo que he aprendido en la vida

Si hay algo que he aprendido en la vida, es que todo se puede hacer.

Si hay alguien que lo hace, es porque tú también puedes hacerlo.

Si la gente hace las cosas, es porque todo tiene instrucciones.

Si hay alguien que escala montañas, tú también puedes escalar montañas.

No tengas miedo de viajar porque los aeropuertos son grandes y confusos. Si la gente viaja, es porque en el aeropuerto hay instrucciones.

No tengas miedo de entrar a un restaurante nuevo por no saber cómo pedir. Si el restaurante quiere vender, te va a mostrar cómo pedir.

No tengas miedo a tramitar documentos. Uno suele pensar que necesita 10 kilos de papeleo, pero en realidad, la vida es simple, la vida tiene guías. No necesitas los bonches de papeles, a veces sólo te piden 3 ó 4.

No tengas miedo de preguntar algo por pensar que ves a quedar en ridículo, o ganarte la reputación de inculto. A veces las preguntas que haces, son a personas que no volverás a ver jamás en tu vida. A veces nadie nota tu pregunta. A veces, otra persona tenía la misma pregunta. A veces sí se burlan de ti pero, ¡date cuenta!, ahora eres más culto que hace 5 segundos.

No tengas miedo de aprender otro idioma porque es difícil. Miles de personas saben hablar inglés. Otras miles de personas saben hablar español. Otras miles de personas saben hablar alemán. Otras miles de personas saben hablar francés. Otras miles de personas saben hablar mandarín. Otras miles de personas saben hablar italiano. Otras miles de personas saben hablar japonés. Otras miles de personas saben hablar sueco. Otras miles de personas saben hablar hindú. Y otras miles de personas saben hablar más de uno o dos idiomas. Si miles de personas saben hablar en ese idioma, seguro tú puedes aprender.

No tengas miedo de presentar el examen final del BI. Van a venir preguntas para personas que se quieran graduar de la prepa, no preguntas para científicos locos.

No tengas miedo de llegar solo a un lugar donde no conoces a nadie. Todas las personas hablan con más personas. Seguro hablarás con alguien.

No tengas miedo de rodar en la colina porque puedes ensuciar tu ropa. La ropa se lava.

No tengas miedo de unirte a alguna asociación, grupo, organización, etc. Si éstos existen, es porque hay gente involucrada. Si tú te unes, el grupo existe.

No tengas miedo de ir al gimnasio por no saber cómo se usan las máquinas. Siempre hay alguien que va a estar ahí, va a saber cómo se usan y te va a querer explicar.

No tengas miedo de jugar básquetbol por no haberlo jugado nunca antes. Sólo camina, corre, salta y bota el balón. Todo lo demás te lo explican.

No tengas miedo de jugar voleibol porque puedes golpearte y hacerte un moretón. El cuerpo humano es increíblemente sorprendente y en cuestión de días desaparecerá y jamás te vas a volver a acordar de que un día te hiciste un moretón jugando voleibol.

No tengas miedo de hablar. Por si no lo has razonado: tenemos boca para hablar y oídos para escuchar. Siempre hay alguien que habla y siempre hay alguien que escucha.

Algunas de estas situaciones, un día fueron mis miedos. Y si hay algo que he aprendido en la vida, es que el miedo es un maldito cobarde. Pero una persona con miedo, es un maldito cobarde estúpido.

Si quieres hacer algo que puede hacer cualquier otra persona y que no has hecho tú, ¡hazlo! Siempre hay una primera vez.

Si quieres hacer algo que no ha hecho ninguna otra persona, ¡hazlo! Siempre hay una primera vez.

Habla, escucha, ve, prueba, huele, toca, siente, pregunta, contesta, viaja, aprende, enseña, experimenta, experiencia, camina, corre, pinta, corta, pega, canta, juega, escala, salta, rueda, lee, escribe, nada, conoce, presenta, mira, entiende, atrévete…

lunes, 23 de febrero de 2009

Desfile

Suave, ondeante, libre. Un pie adelante, otro y otro. En este caso los ojos no te sirven porque realmente no ves nada. Ves luces, luces, luces brillantes, incandescentes, deslumbrantes, abrasadoras, sofocantes, chillantes, reveladoras, acosadoras, fugaces. Tobillo tras tobillo, tus plantas te soportan. Cabello tras cabello se ve el paso elegante. En cada partícula de maquillaje se muestra el trabajo de horas, el trabajo del arte.
Descansa tu peso sobre un pie, sobre el otro. Tus manos tampoco sirven, varas muertas pegadas al cuerpo que se mueven con tanta gracia natural que nadie nota su quietud.
Al fin de cuentas no eres mas que la muñeca de la ropa. De los olanes, de los encajes, de los lazos, los listones y la seda. De las rosas naturales, de los colorantes artificiales. Y de la colonia. Mi primer beso tuvo sabor a colonia y cigarro. Ese amor que me espera en el carro.
Ese amor que me mostró los bordados con piedras, chaquiras, lentejuelas. Ese amor que me enseñó más que sus manías. Me tomó de la mano y me sacó de la tierra para llevarme a lo que se convertiría su estrella. Y cada vez que regreso victoriosa con su triunfo puesto, me recibe en brazos y le digo cuánto lo quiero.

sábado, 21 de febrero de 2009

Ve a Kansas

Él no lo conoció, no lo conociste a él, no te conocí a ti. Dijiste que vives por amor, pero fue lo primero que dejaste. Me quitaste mi guitarra, pero no sabes lo que haces.
Las estrellas viajan desde aquí hasta California.
Seré más que tú, seré más que él. Tengo en mi lengua canciones de amor y en mis manos sonidos dorados que me llenan los anteojos del mundo, ese que he conquistado a cambio de letras y de drogas un puñado.
No es más que un vaso con agua, azúcar y colorante rojo del numero dos. Sí. Sabes que tengo razón. Y aunque rasgues la guitarra el sonido no me engaña. No hay nada más profundo que la armónica. Y no hay nada más romántico que el piano.