Llevabas puestos unos
jeans con zapatos amarillos de trabajo pesado y cuando estabas sentado, vi tus
calcetas negras. Curioso ya que a los chavos de nuestra edad siempre los he
visto con las típicas calcetas blancas. Sobretodo a mis compañeros de ingeniería. Pero tú
usabas calcetas negras.
Tus comentarios son bienvenidos, me gusta leer lo que piensas al respecto, si te gustó, te recordó algo, te hizo sentir algo, etcétera. Tus palabras son un apoyo para que siga escribiendo y también una crítica constructiva para que mejore mis fragmentos. Gracias por leerlos.
domingo, 30 de enero de 2011
Calcetas
El primer día, llegué
y me senté en un lugar junto al pasillo. Del otro lado y un poco más adelante
estabas tú y volteaste para platicar con un compañero sin hacerlo antes de
decirme “hola”. El resto de la clase pude observar cómo estabas sentado, cómo
te habías peinado aquel día, la ropa que llevabas puesta, las expresiones de la
mitad de tu cara, tu perfil, tu sublime sonrisa. Pero más que eso, me fijé en
tus calcetas. Es algo que me fascina en los hombres: la inevitable revelación
de sus calcetas al estar sentados. He visto todo tipo de pantalones, bastillas,
calcetas y zapatos. Es una imagen chistosa, que, después de todo el esmero que
le dedican a su arreglo personal exterior, se revele ese pequeñísimo detalle,
que para mí, es muy grande.
martes, 18 de enero de 2011
Deuda
La gente está ganando
suelo y se está quedando pegada. No veo que entren en silencio y platiquen. No
siento que se conozcan más adentro. No veo que pidan, no veo que deseen. Ya no
está de moda asomarse por la ventana y mirar las estrellas. Le dejaron esas
prácticas a los cuentos de hadas. Y ahí, en meros dibujos se quedaron
plasmados, ni si quiera como recuerdos, pero como simple fantasía.
Ayer, especulando que
el universo conspiraba a mi favor, recordé esa anticuada rutina y me dijo mi
cabeza “nada pierdes por hacerlo”. Entonces apreté los ojos en medio de la
noche y supliqué “por favor, por favor, por favor”. Aunque mi deseo era
sencillo y pequeñísimo, no lo lograría sin ayuda del azar, la casualidad y el
destino.
Pero alguien debió
haberme escuchado, alguien debió haberme visto con los ojos cerrados porque
hoy, como nunca antes, mi imaginación se salió del plano y me enfrentó en la
vida tal y como la había soñado.
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