Hace un año exactamente, me encontraba igual que ustedes: cursando una materia que es obligatoria dentro del plan de estudios en un salón donde no conocía a casi nadie.
La primera etapa, que probablemente ustedes ya pasaron, fue formar un equipo. Esta fue posiblemente la decisión más importante
que hice para la materia, o mejor dicho: para nuestro proyecto, porque ya sabía cuál era el premio mayor: un
curso en Europa el siguiente verano, y en ese momento estaba tan cerca de
ganarlo como todos ustedes que están aquí sentados. Es por eso que yo quería
ser parte de un equipo al que le importara la materia, que le echara ganas al
proyecto y que tuviera como meta de corto plazo ganar ese premio. Unas de
nosotras nos juntamos porque ya sabíamos cómo trabajamos, y otras cayeron en el
equipo al azar. Lo cual es completamente normal, a veces trabajamos con gente
que ya conocemos y otras veces vamos a estar con personas completamente nuevas.
Pero esta es la primera recomendación que les hago: independientemente si ya
conocen a sus compañeros o no, hagan su
mejor esfuerzo y sean un buen equipo, porque al final, pueden ser muy bien
recompensados.
Para estas alturas, después de un mes, seguíamos discutiendo
la idea de negocio. No estábamos seguras de qué hacer. Pensábamos en ideas que
ya existen en otro país, que conocimos cuando estuvimos de intercambio, alguna
otra cosa que hubiéramos visto en las noticias o simplemente ocurrencias. Pero
ninguna nos convencía. En ese momento nos dimos cuenta que teníamos que limitar
nuestra fuente de ideas. Es por eso que decidimos poner sobre la mesa, ideas de
negocio relacionadas con nuestra carrera. Es decir, ya todas estábamos en los
últimos semestres, conocemos nuestra área a fondo, sabemos muy bien qué cosas
ya existen y cuáles se pueden desarrollar a partir de las habilidades que hemos
aprendido aquí. Somos casi unas expertas y tenemos todas las herramientas para
trabajar en algo real. Y qué mejor que poner en práctica nuestros estudios de
estos últimos años. Mi segunda recomendación para ustedes es: trabajen una idea en la que tengan
conocimientos. Es muy probable que no todo el equipo esté familiarizado con
el tema, pero seguramente será algo interesante que aprender, y durante la
elaboración del plan de negocio, créanme que existe y hasta sobra lugar para
que todos trabajen.
En nuestro caso, yo diría que encontrar y seleccionar la idea
de negocio, fue la parte más difícil del proceso emprendedor. Queríamos crear un producto nuevo y
atractivo para clientes e inversionistas, que al mismo tiempo fuera factible,
tanto en producción como en economía. Para serles sincera, esta etapa nos
costó muchas horas. Pero como resultado encontramos una idea, yo creo que, mejor
que la que nos habíamos imaginado. Y una vez que sabes la idea, el camino es el
mismo, bastante simple, no hay de otra mas que seguir adelante y empujarlo
hacia arriba. Defines la propuesta de valor, lo más importante del modelo de
negocios, y a partir de esto empiezas a acomodar el resto del contenido: quién
es tu cliente, cuál es tu relación con él, cómo le harás llegar tu producto o
servicio, que necesitas para producirlo: actividades, recursos, contactos, cuál
es tu estructura de costos y cómo le vas a hacer para ganar dinero. Una vez teniendo la idea central, el resto
se saca con lógica y creatividad. Y con esta información, poco a poco se va
desarrollando el plan de negocios. Pero para hacerlo, tomen en cuenta que van a necesitar mucho tiempo y van a tener
que practicar mucho su paciencia, tolerancia y perseverancia. Es por eso
que el proyecto que elijan, les tiene que gustar mucho, apasionarles mucho, porque de ahora en adelante le van a dedicar
una cantidad infinita de horas (y tazas de café).
Aprovechen también todas las clases que tengan con su maestro
para aclarar dudas o para que les explique un poco más los conceptos que no
conozcan. Recuerden que ellos están ahí para apoyarlos y quiere verlos con un
trabajo exitoso que puedan presentar y defender frente a cualquier juez. Sus
maestros van a ser su apoyo más grande e importante, ellos tienen ya varios años de experiencia y han escuchado todo tipo de
proyectos. Cualquier duda que tengan, estoy segura que van a hacer todo lo
posible por ayudarles a resolverla, como sucedió muchas veces, con nuestro
caso. Recuerden que este proyecto se
hace también con una red de contactos. Busquen apoyo de otras personas o
maestros que los puedan guiar para encontrar información útil, por ejemplo, para
hacer un análisis de la industria o bien, alguien que les ayude a interpretar
indicadores financieros. Apóyense en la gente que conocen, porque casi siempre
tienen algo valioso que aportar.
Todavía recuerdo cuando nos avisaron que pasamos a la muestra
empresarial. Estábamos muy emocionadas porque fue la primera vez que alguien,
fuera de nuestra red de contactos, leía el proyecto y le gustaba. Le dedicamos
creo que un par de días enteros para tener toda la información lista: una
presentación de Power Point, el poster, el pitch, la decoración del stand, en
fin. Llegó el mero día y estábamos entre un mar de stands de proyectos emprendedores.
Y para serles sincera yo me sentía nerviosa, porque, a pesar de saberme nuestro
proyecto de memoria, por todas las horas que había trabajado en él, esta era la
primera vez que iba a hablar frente a un juez o inversionista. Y lo que fuera que dijera, sería decisivo
para dejarnos o no pasar a la siguiente etapa. Pero después de dos o tres
veces de exponer, las siguientes ya nos salían como una plática natural.
Después de todo, los inversionistas van para escucharte, unos incluso nos
hicieron recomendaciones.
Yo les voy a decir unas cosas que a los inversionistas les
gusta escuchar, para que tomen nota.
Primero: les gustan
las ideas que causen un cambio positivo en el entorno. Así que les
recomendaría plantear una idea de negocio que solucione un problema.
Segundo: creen su
proyecto con identidad mexicana. Nosotros tenemos las herramientas y
capacidades para volver realidad una idea que provoque un cambio positivo, y
quien mejor para recibirlo que nuestro propio país.
Tercero: piensen en
grande. Una idea de negocio es más atractiva cuando puedes abarcar un gran
mercado o un mercado valioso.
Cuarto: estudia tu
proyecto. Piensa en las posibles preguntas que un inversionista te haría y
prepárate para todo. Ellos quieren escuchar que eres un experto en tu tema.
Quinto: convéncete de
que tu proyecto es el mejor. Apasiónate con tu proyecto, demuestra que tu
idea tiene un futuro brillante. Porque los inversionistas, más que una buena
idea, quieren ver cómo te brillan los ojos cuando hablas de tu idea de negocio.
A un inversionista no le interesa de dónde sacaste la idea, si la inventaste
tú, si la trajiste de otro país, no importa. Claro que tener una buena idea de
negocio es importante, pero más que invertir en eso, el inversionista está invirtiendo en ti. En ti como persona, con
pasión, con liderazgo, con convicción, con ganas de crecer, con ganas de
sobresalir, con ganas de hacer un cambio, con ganas de enseñarle al mundo algo
nuevo y bueno. Eso es en lo que invierten. Y la única manera de convencerlos a
ellos, es convenciéndote a ti primero. Es lo único que necesitas hacer. Porque tú, en este momento ya tienes todas las
herramientas, capacidades y habilidades para hacer cualquier cosa que te
propongas. Lo único que tienes que
hacer es creer en ti mismo y ser tu propia motivación. Porque ellos van a
premiar el espíritu que quiera hacer realidad la propuesta de negocio.
Nuestro proyecto fue premiado por FRISA quienes nos dieron
una beca completa para estudiar este verano en la escuela internacional de
negocios de la universidad de Jönköping en Suecia, la cual está catalogada como
una de las escuelas líderes a nivel mundial en el tema de emprendimiento. Y por
lo que a mí me tocó vivir, estoy convencida de que sí fue una experiencia
excelente que enriqueció aún más nuestro proyecto.
En la clase éramos unas 23 personas, tanto de México como del
Reino Unido, Turquía, Inglaterra, Estados Unidos y Suecia. Y en cuatro semanas
tuvimos maestros de todas partes del mundo: Italia, Alemania, Holanda, Grecia,
Sudáfrica, en fin. Todos tenían una excelente preparación y disfruté cada una
de las clases porque siempre teníamos un
maestro experto en su tema. Ya sea para mercadotecnia, finanzas, etc. Y no
solo la preparación de cada uno de ellos, sino la experiencia y los puntos de
vista con las que nos planteaban situaciones nuevas.
Básicamente el curso consistió en los mismos temas que vimos
durante la clase de emprendedor. Pero también tuvimos talleres para entender
mejor cómo aplicar los conceptos. Y una cosa muy importante que noté, es que
nuestros maestros allá nos ponían cualquier ejemplo como un producto o servicio.
Y haciendo un buen modelo de negocios,
ya tenían algo que podían vender y que fuera exitoso. No estoy diciendo que
el proceso de emprender sea fácil, para nada. Necesita mucho esfuerzo y va a
pasar mucho tiempo antes de que podamos despegar con nuestra idea. A lo que me
refiero es, no se quiebren la cabeza buscando vender un producto o dar un
servicio que nadie jamás en la vida se le ha ocurrido antes. Porque un negocio
puede salir de algo innovador, pero también puede funcionar simplemente
proporcionando algo útil.
En el curso también tuvimos la oportunidad de ver temas que,
por falta de tiempo, es algo que no se cubre en nuestro curso de emprendedor
aquí en el Tec. Uno que me gustó mucho fue de cómo hacer un pitch. Porque para vender nuestra idea, nosotras
tuvimos que aprender a dar toda la información importante y relevante en lo
que dura una persona subiendo en un elevador, es decir, uno o dos minutos. Imagínense resumir su plan de negocios de casi
cien páginas a una plática de un minuto. Pareciera casi imposible pero nosotras
lo pudimos hacer. Y eso es algo que ustedes van a aprender también.
Recuerdo mucho también a nuestro maestro de Sudáfrica, a él
le tocó darnos una clase sobre emprendimiento
social y ese es un tema que no lo puede dar una persona que ha vivido toda
su vida en un país de primer mundo como es Suecia, porque trata acerca de realizar una actividad económica cuyo objetivo sea
beneficiar a las personas que tienen menos oportunidades. En Suecia es un
caso que no se da mucho pero, al contrario, en México sería una idea interesante que desarrollar. Por eso, la
diversidad cultural le agregó aún más valor a la experiencia que tuvimos mis
compañeras y yo. Es una situación que te abre el panorama, te plantea la
situación en la que vives y te da una idea para mejorarlo. El simple hecho de haber estado en Suecia cuatro semanas y poder vivir
su calidad y estilo de vida, fue un aprendizaje increíble y una oportunidad
única.
Y nuestra experiencia aquí en la incubadora de empresas ha
sido excelente. Estamos trabajando con un asesor que ya tiene experiencia en el
área y a veces eso es justamente lo que necesitas. Hablar de tu proyecto con una persona en quien puedas confiar y te de
retroalimentación y consejos valiosos. A nosotras nos ha servido mucho
trabajar con ellos, porque nosotras estando pensando en el proyecto todo el
tiempo, a veces nos ciclábamos y sentíamos que se nos acababa el mundo. Pero
nuestro asesor nos brinda un excelente apoyo y lo más importante, nos da
dirección o una guía para saber cuál es el siguiente paso. Después de todo, nosotras también somos novatas en el área de emprendimiento
y queremos tener un negocio exitoso.
Después, regresando del viaje, ni siquiera nos dimos cuenta en qué momento el sueño o la competencia
se volvió en algo real. El avance se fue dando naturalmente y, a menudo,
esto es lo que pasa cuando fluyes en el río correcto. Miras el paisaje y te das
cuenta que todo tiene sentido y está en armonía con tus intereses. A pesar de
que nunca lo hayas considerado así. Personalmente, yo vengo de una familia
trabajadora. Mi padre es empleado en una empresa y obviamente la primera
recomendación que me hace es “cuando te gradúes, encuentra un empleo”. Porque
esa es la manera en que vive, la manera que conoce. Y mi caso seguramente es el
caso de algunos de ustedes. Claro que tener un empleo también es algo muy
bueno. Pero en este momento nosotros nos
estamos dando cuenta de que tenemos varias opciones en la vida y tenemos la libertad
de tomar la decisión que más nos guste y mejor se acomode a nuestro plan de
vida. El privilegio que todos tenemos de estar aquí ahora, nos permite abrir
nuestro panorama a un mundo de posibilidades. Y no quedarnos estancados con las
mismas ideas de siempre, sino reflexionar: “¿qué más puedo hacer yo?”.
Y una vez que hayan encontrado la respuesta y decidan ser
emprendedores como mi equipo y yo, lo
más importante que necesitan es tener pasión por su proyecto. Y créanme que
esta actitud, les va a abrir muchas puertas.
Y por último, les dejo una frase de Walt Disney: “Puedes
crear, soñar y diseñar lo más hermoso en el mundo. Pero las personas son las que convierten un sueño en realidad.”
Scarlett Elizondo