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viernes, 11 de febrero de 2011

Escrito

Encontré el amor en las repisas empolvadas de un viejo pasillo. Miles de palabras agrupadas en hojas amarillas de emociones y duras del tiempo largo y recurrente. Pastas rotas por manos ásperas buscando reemplazar la realidad por lo absurdo. Apuntes y notas como si dentro hubiera consejos. Yo sólo encontré amor. Amores correspondidos y amores rechazados pero ninguna página se atrevió a contener el secreto de cómo llegar a él. Ningún espacio entre las líneas me reveló el antídoto para este corazón angustiado. El amor estaba plasmado de la peor forma de todas: escrito. Tan corto, tan plano, tan… incompleto. Es que todavía no entendemos que el amor no existe entre las palabras ni entre los sonidos. El amor existe entre la gente y quien quiera ponerlo de otra manera no sabe nada sobre ello. El amor es la máxima expresión de una persona… y si supiera más sobre eso, seguiría escribiendo (aunque escrito el amor es nada).

Inspirado en “El amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana” de Jaime Labastida.