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lunes, 19 de octubre de 2009

Llamada sin completar

En mi barrio, los ojos resignados, no ven mas que desgracia. Y aunque no todo es malo, siempre se inventan algo. Creen que la vida los trata mal y los puso en éste lugar porque se lo merecen, pero yo creo distinto. Hoy en la mañana fui al teléfono público, a llamar al amor de mi vida. Sus besos dulces y suaves siguen tatuados en mis labios y aún recuerdo todos los tonos de sus ojos reflejando mi rostro. Extraño cada pliegue de su piel, sufro como si mi carne estuviera al rojo vivo.

Hoy fui al teléfono público que se encuentra al final del cerro, en la cima. Desde allí se ve la ciudad, las luces prenden y apagan y se mueven en las noches. El bullicio de los bares hace eco en las paredes de mi barrio y como siempre, cada noche, busco su voz. A veces me siento tan cerca e inmune, a veces siento que veo su vida desde detrás de un cristal. Conozco los rostros de todos los demás y todos me miran a la cara. Pero el amor de mi vida se voltea del otro lado del teléfono. Y cada vez que tomo el teléfono y trato de llamarlo, éste me quema las manos.

Hoy fui al teléfono público e intenté llamarlo de nuevo. Mis manos me dolieron pero aguanté un poco. No contestó. Desde allí puedo ver la ciudad, cómo amanece y cómo oscurece. Puedo contemplar el sol que lo besa cada mañana y la luna cantándole por las noches. Lo busco en la ciudad, lo encuentro en el cielo.

Inspirado en Amar te duele.