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sábado, 21 de enero de 2017

Sabes

¿Sabes? Ésta es la cosa sobre los escritores, lo único que pueden escribir es la verdad. Y por verdad no me refiero a verdad de verdades, sino a su verdad, la verdad que viven cada día, su cruda realidad. ¿Por qué querría alguien escribir sobre algo tan horrible? Nadie quiere aceptar el lado oscuro de las cosas, siempre intentan ver el lado positivo. Pero hay veces que la parte real es tan cruda que te consume, que no hay manera de ver el otro lado. Es como si de pronto te cayeras a un pozo donde no ves nada más que las paredes y el cielo se ve tan lejano que ni siquiera se alcanza a distinguir. Y uno con tal de no aceptarlo, cierra los ojos tratando de imaginar otra cosa cuando sus brazos no se pueden extender por la limitación del espacio y sus gemidos retumban en las paredes y resuenan en sus oídos una y otra vez sin que haya manera de silenciar el sonido. Y los pies van perdiendo piso hundiéndose en el lodo con mugre debajo de las uñas y lombrices deslizándose lentamente entre los dedos. Puedes cerrar los ojos para no ver, pero sigues escuchando el dolor y sigues oliendo la tierra y sigues sintiendo el aire frío y sigues captando el mismo sabor amargo en el fondo de la lengua cada vez más seco y prominente que te obliga a abrir la garganta mientras te aguantas las náuseas, las ganas de vomitar.

¿Por qué querría alguien escribir esto? Yo personalmente escribo todos mis pendientes en una libreta para no tener que repetirlos una y otra vez en mi cabeza. Si tengo fortuna, puedo escribir todo para evitar que siga dando vueltas en mi cabeza. Después de todo soy escritora. Pero cada día más huraña, más cobarde, más avergonzada. Quisiera poder escribirte algo más lindo pero me siento de la chingada.

No quiero escribirlo. No quiero aceptarlo.

No me gusta escribir cosas feas.