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sábado, 13 de diciembre de 2008

Dark Blue Sky

We were both walking under a dark blue sky. It was so beautiful yet so unreal. Like walking under the deep ocean, far below the creatures that don’t exist. It felt like I’ve been there before. But it is so different now that you are here. I’d point at the brightest star, and now there would be someone to look upside and smile. And I’d smile back at you a thousand times just for the simple fact of listening to me. If our feet were walking on sand, I bet yours will be right beside mine, always. If our hairs were blown by the wind, I bet they would tangle. And I bet our hands would keep us warm during the ice-cold dark blue night lit-up by the moon and the stars that stood like a frozen sea before us. No matter how far we walk, we chose an endless path. If we want a world without gravity, we may create it. If we want a sunny day, we may have it. If we want to sink our legs into mud, we may do so. If we want to touch the clouds, we may fly through the high sky to achieve it. We may even live inside a whale if we want to.
You see… when I came down here by myself, I used to lie in the white sand letting the waves moist my feet and burying my sight in the upper sky. But now, I think we’ve found ourselves in the same trail. How amusing.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Moretones

Creo que a veces puedo durar hasta más de media hora, parada en un solo lugar, haciendo nada. Generalmente me quito los zapatos para que mis pies estén más libres y flexibles en caso de que comience a correr inconscientemente. Inconscientemente porque realmente no estoy lúcida cuando mis pensamientos se apoderan de mi cuerpo tanto física como mentalmente. Uh, eso suena aterrorizante. La verdad, me refiero a cuando me pongo a imaginar cosas. Eventos nuevos, originales, que sólo pasan por mi mente. Me absorbo en mi imaginación, incluso durante horas, repitiendo la misma escena una y otra y otra vez. Perfeccionándola, cambiando ligeramente la historia, añadiendo sentimientos cada vez más profundos, con más colores, con más aromas y con más sabores. Lo tedioso es que tengo que trabajar con la misma escena durante horas hasta quedar satisfecha (o ser interrumpida) para olvidarla dos semanas después (porque todos los días invento algo nuevo, de manera que sería imposible mantener a flote todas esas ideas siempre). Inclusive hay momentos en que me doy cuenta que estoy brincando, en el mismo lugar, con mi cuerpo aún rígido. Entonces paro y me río de mi propia ridiculez. He ahí mis intentos instintivos para despegar mis pies de éste mundo. Me pregunto cuándo comencé a depender tanto de mis fantasías. Ahora, cada vez que termino de leer un libro, ver una película, observar una imagen… tomo mi postura habitual en el segundo piso frente a la ventana, desde donde observo la majestuosidad de las montañas que relajan mis sentidos y me preparan para sumergirme en un mundo que, hasta el momento, sólo yo conozco. Naturalmente me aseguro de que nadie más esté ahí. Nunca me he perdido en mis pensamientos tan intensamente cuando hay personas cerca. De seguro, si me vieras en mi estado de trance, pensarías que estoy pasando por una crisis psicológica con los gestos que mi cara hace sin mi permiso cuando comienzo a pensar en una de mis escenas. Es que es más fácil añadirles emociones penetrantes si me coloco en la cabeza de cada uno de mis personajes. Y sería aún más traumatizante que comenzara a saltar o a correr de la nada. Y precisamente porque mis piernas comienzan a correr sin mi aprobación, termino despertando cuando me golpeo con algo. He ahí la explicación a mis misteriosos y prolíferos moretones.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Boca arriba sobre la rama de un árbol

¿Cuántas veces te has tirado boca arriba sobre la rama de un árbol? Tu piel en contacto con la vida que no acostumbras ver. Todos los momentos salvajes grabados en cada una de las capas de su corteza. Es como escribir sin tinta ni pintura ni carboncillo. Es como escribir imágenes incoloras. Todo toma vida cuando ves tus oscuros párpados desde dentro. Los aromas, todos, están guardados en las hojas y el viento las despierta para que los conozcas. Estás más arriba de lo normal y aún así sientes que estás tan abajo. Como tratando de ver el sol a través del agua y sintiendo al mismo tiempo el clima fresco. Te inunda el brillo que va tirando las gotas de las hojas. Todo es tan rápido y tú lo ves tan lento. Escuchas incluso el tintinar de las perlitas translúcidas quebrándose contra los guijarros de los ríos tomando su vida y esparciéndola por el mundo. Y aunque no lo tocas, tú también te llenas de vida. Tu mirada fija. Tus ojos se van tornando ámbar con el sol y contrastan con los circonios y los zafiros que poco a poco van dándote vida. Y mientras tanto, tratas de mantener todas las imágenes de los recuerdos que llegan a tu cabeza. El tiempo no es suficiente y a pesar de que parece estar comenzando, estás conciente de que no va a bastar. Tus brazos no pueden repeler la gravedad y sientes los músculos cobrando vida. Las venas llenándose de sangre una vez más. Todo guarda silencio esperando verte izarte de nuevo. Ultimar lo que no terminaste.
Un día, todas las flores debajo sonrieron sus pétalos contra tu piel. Un día, el agua debajo lavó tus heridas. Un día, la tierra debajo grabó tus memorias para siempre. Un día, las hierbas debajo te guardaron de los peligros. Un día, el cielo arriba te mostró tu mundo. Un día, las nubes arriba te mostraron todos los mundos que no conoces. Un día, el sol arriba te abrasó con su luz. Una noche, la luna arriba te sedujo eternamente. Una noche, las estrellas arriba te mostraron su legítima belleza. Entonces dijiste al viento, a pesar de no ser cierto, que lo más hermoso que habías visto desapareció por la mañana.
Más tarde te diste cuenta de tu mentira, cuando los árboles comenzaron a cantar una inmortal canción de amor. Cuando estabas tirada boca arriba sobre la rama de un árbol, y acompañada de alguien aún más precioso y agraciado. Entonces dijiste al viento, lo que ahora sí era cierto, que lo más hermoso que habías visto desapareció una noche.
Ahora miramos desde las copas de los árboles y con los pies en el cielo, cómo emprendes la búsqueda de ese amor extraviado.