Tus comentarios son bienvenidos, me gusta leer lo que piensas al respecto, si te gustó, te recordó algo, te hizo sentir algo, etcétera. Tus palabras son un apoyo para que siga escribiendo y también una crítica constructiva para que mejore mis fragmentos. Gracias por leerlos.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Tercer tipo

A muchas personas les meten la idea de que para continuar una vida, se debe escoger una pareja durante la etapa del adulto jóven. No me pregunte a mí si esta visión es correcta o totalmente errónea, no estoy aquí para juzgar a nadie. Pero estaba un día disfrutando de un helado en una plaza poco concurrida, la mesita de madera se tambaleaba por culpa del adoquín en el piso mientras que la silla barata me estaba empezando a dar un dolor en la fragilidad de mi espalda. Estaba un poco inclinada hacia adelante y, como todas las personas solas entre la gente, leía y releía el ticket de compra de mi helado. "Cono sencillo... 32 pesos", qué caro. Qué caro resulta salir a comer gente. Había no más que un par de sombrillas y algunos encinos chiquititos, de esos que no le dan sombra ni a las hormigas. El suelo tostado, plano y solitario. A veces pasaban las personas, siempre de un lado a otro, buscando refugio de los cántaros de luz. No había viento suficiente para tirarme las servilletas de la mesita chueca, que por cierto, tuve que agarrar una antes de que el helado se me escurriera por las manos hasta el pantalón.
Estaba mirando y mirando en el aburrimiento. Y pensando, "hace tanto, tanto tiempo que no escribo para mí, ni para nadie". Pero es que cuando creces, cambias. Y cuando cambias es por que te has dado cuenta de cosas. Y cuando te das cuenta de cosas, ya no puedes escribir de todo porque las mentiras se vuelven difíciles de relatar, de leer y de creer. Por eso tuve que salirme con la excusa de ver y escribir. No hay manera más genuina de plasmar un cuento que escribiendo una realidad. Perdone mi cobardía al no escribir una historia propia. Tal vez con el tiempo y la costumbre, logre escribirle de mí misma. Pero, por lo pronto, tendré que basarme en las vidas ajenas, por propósito de subsistencia. De alimentar el alma y de mantener este abatido espíritu, vivo.
Pero sin echarle tanta crema a los tacos, tanta catsup a las papas, tanta salsa a los huevitos rancheros, le contaré.
Le contaré que hay dos tipos de personas. Una que se desvive buscando a la persona que lo complete y así, finalmente encontrar a su media naranja. Y la segunda que siempre estuvo completa que busca un compañero, para ambos caminar por el mismo sendero el resto de sus vidas. Y luego está el tercer tipo de persona. El que nadie toma en cuenta, el que todos olvidan, el que creen que es mentira, que no existe. El tipo de persona que es completa, que, Dios no lo quiera, se encuentra a una persona que la divida en dos y luego la parta en pedacitos, se vuelva polvo estelar y que nunca más en la vida sabrá en cuál planeta del universo se encuentra parada. Esa inconsistencia mental que da lugar a la expectativa de los sueños compartidos, la pérdida del egoísmo y la cesión de la identidad individual por obligación. Una especie de reinicio íntegro. Algo así como una historia de terror.