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lunes, 27 de abril de 2009

El Regalo Supremo

Quiero darte un regalo, bueno, una serie de regalos que te va a llevar a… llamémoslo: el regalo supremo.
Si no logras algo, ni modo, se termina. Te quedas con nada.

El Regalo del Trabajo
Trabaja. Trabaja duro y trabaja bien. Si haces cualquier cosa de ésta manera, puedes lograr lo que sea.

El Regalo del Dinero
Aprécialo. No es para darse lujos ni presumirse, aprende a utilizarlo. Nunca sabes cuándo se te pueda terminar.

El Regalo de la Amistad
Aprecia a tus amigos, recuérdalos, frecuéntalos. Un amigo es aquél que planea conocerte por el resto de su vida.

El Regalo del Aprendizaje
¿Realmente sabes aprender? No todos los conocimientos se encuentran en los libros.

El Regalo de los Problemas
Uno aprende a vivir hasta que lo pierde todo. Perderlo todo es el lugar perfecto para volver a empezar.

El Regalo de la Familia
Tu familia es la mejor decisión que has hecho en tu vida. Date cuenta de cuánto los amas.

El Regalo de la Risa
¡Ja, ja, ja!

El Regalo de los Sueños
Debes ser libre de soñar. Búscate un sueño y ¡actúa!, hazlo, realízalo, lógralo. Y si no estás seguro de tener tu propio sueño, ten la seguridad de que puedes ayudar a otras personas a realizar el suyo.

El Regalo de Dar
Da cuando alguien lo necesite aunque quiera rechazarlo. Y espera nada a cambio.

El Regalo de la Gratitud
Da gracias por lo que tienes y por lo que recibes aunque no lo deseabas.

El Regalo del Día
Tu sueño es un día perfecto, y cada noche terminas ese día perfecto.

El Regalo del Amor
Ama a todas las personas, y díselo.

Inspirado en la película "The Ultimate Gift".

sábado, 11 de abril de 2009

La ciudad

Hoy conocí mi mundo. No el que está dentro de mí… sino el que me rodea. Hoy camine sobre la acera tatuada con la historia de mi gente. Hoy vi los recuerdos asomándose por la ventana. Hoy las palomas me miraron y dijeron “yo te he visto antes”. Hoy, cuando doblaba la esquina, veía el mismo mundo pero diferente. Hoy probé lo que en años no había probado. Hoy vi a la gente andando por la plaza, cada cabeza es un mundo, un alma, una historia. Todas distintas. Debajo de cada edificio yacen las memorias que lo construyeron. Y sobre cada uno va a apareciendo lo que la gente como tú, y como yo, va creando.
Hoy miré la ciudad y me dijo “atrévete a amarme”. Y dándome cuenta de todo esto, le contesté de regreso “¿cómo no voy a amarte?”.
Pero es que cuando me fijo, traigo la bolsa bien agarrada bajo el brazo, los oídos atentos y un ojo adelante y otro detrás. “Es que tú despiertas mis sentidos, mis emociones, mis amores y mis miedos. Te amo, pero te tengo miedo.”
Entonces, me miró desde la calle poblada de personas y una voz entre el bullicio me dijo “¿me tienes miedo porque me amas?”. Y el eco que chocó contra un callejón vacío y oscuro, retumbó diciendo “¿o me amas porque me tienes miedo?”
La pregunta me paralizó. Jamás había pensado en eso. ¿Acaso cuando me enamoré fue cuando conocí sus bellezas y sus defectos? ¿O me he enamorado de cada piedra en el asfalto y de cada partícula de polvo que navega entre los edificios sin importar sus cualidades?
Me has dejado disfrutar la inmensidad de tus edificios, la frescura de tus parques, el bullicio de tu gente. Me has dicho cuándo tengo tiempo y cuándo no, porque siempre estás contando. Me has mostrado el planeta entero, me has enseñado las personas, me has dejado probar su comida, admirar sus costumbres y aprender sus conocimientos. Todo desde un mismo lugar. Todo desde aquí. Todo encerrado.
“Hoy siento que te amo, pero algún día me iré de aquí. Si lo que estoy diciendo es cierto, volveré para verte y contestarte tu pregunta. Pero si me he mentido a mi misma, te vas a dar cuenta cuando no regrese nunca.”