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miércoles, 23 de diciembre de 2009

El perdón

No hay situación que involucre tantos sentimientos tan diferentes como el perdón. El remordimiento de quien lo necesita y el rencor de quien lo tiene que dar. El alivio de quien lo ofrece y el gozo de quien lo recibe. Toda clase de odios y todo tipo de alegrías. Todos los problemas que envuelve una palabra tan chiquita.

En los últimos dos libros que he leído se trata este tema. Y durante mis lecturas, llenas de entretenimiento, pensamientos y reflexión, me dí cuenta de que lo más difícil para una persona, más difícil que decir “te amo”, es decir “te perdono”.

“The Shack” (cuyo título en español es “La Cabaña”) escrito por Wm. Paul Young, trata sobre un hombre que se encuentra con Dios en sus tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) tras haber pasado un año desde el brutal asesinato de su hija de 6 años. El dolor y el trauma emocional del padre es inimaginable. Su impotencia lo consume a pesar de que han pasado meses desde la trágica muerte y no puede hacer nada más al respecto. Y toda la fe y esperanza que éste hombre había puesto en Dios, parecía haber desaparecido por completo. Es entonces cuando Dios lo encuentra y le explica que siempre va a haber cosas malas en el mundo que son inevitables, que Él no las provoca y muchas veces no las para. Pero que siempre busca la manera de enseñarte algo a través de estas situaciones difíciles. Sabe que perdonar a alguien por haber asesinado a su hija es casi imposible. ¿Cómo puede un asesino ser perdonado y ganarse el cielo después de lo que hizo? ¿Se lo merece? Nosotros no estamos aquí para juzgar aunque somos expertos para hacerlo y estoy segura de que el 99% de los humanos jamás lo perdonaría. Yo lo acepto, yo no me creo capaz de perdonar a alguien por eso y mucho menos si fue mi hijo a quien mató. Y sé que está mal. Porque no tiene caso vivir con un rencor que poco a poco va consumiendo nuestra alma, un rencor que se vuelve parte de nuestra vida y hace que nos olvidemos de cómo amar, de vivir.

Pero perdonar no es olvidar. Aquello que sufrimos es inolvidable, sin embargo el perdón te permite dejar ir aquello que te priva de la felicidad. Te permite construir un puente sobre lo que ha pasado y continuar el camino de tu vida hasta haber realizado tus sueños, hasta haber llegado a la meta. Y hay veces que tendrás que repetir “te perdono” un millón de veces y por años hasta que tu corazón por fin lo deje ir. Pero una vez que lo logras, te das cuenta de que ya tiraste del barco la caja que decía “Sentimientos feos y malas acciones de las que te vas a arrepentir”.

Por otro lado, “The Wednesday Letters” escrito por Jason F. Wright, narra el descubrimiento de una serie de cartas que un hombre le escribió a su esposa, una por semana el resto de su vida, o sea hasta que falleció. Los tres hijos las encuentran, las leen y se dan cuenta de que el hermano de en medio es bastardo. Pero no porque su madre hubiese sido una zorra infiel, sino porque fue violada. Ella no tardó en perdonar al idiota borracho que se le tiró encima, quien después se convirtió y se hizo Pastor. Pero su esposo primero tuvo que perdonar a su mujer por haberle revelado el secreto un año después. Luego perdonarse a sí mismo por haber salido de viaje en lugar de haberse quedado con ella, cuidándola. Y por último perdonar al desgraciado que le hizo eso a su esposa. La situación casi les cuesta su matrimonio, pero el amor que tenía por ella fue lo suficientemente grande para poder continuar su vida juntos.

Y no sólo el perdón que tuvo que dar el padre, sino también el hijo, quien se enteró 32 años después que su padre no era su padre biológico. ¿Cómo aceptar una verdad y un secreto tan grandes? Perdonar no es olvidar. No tiene caso revolcarse en un trochil cuando todos los demás ya saltaron la valla y tú también puedes hacerlo.

Lo curioso de ambos libros es que el proceso del perdón transcurre en tres días, un fin de semana. Ambos hablan de Dios como una parte importante de la vida del hombre, y lo es. Una vez leí un dicho que decía que era bueno que tuvieras un dios, sin importar si eres cristiano, judío, mormón, musulmán, budista o de cualquier otra religión. Y pobres aquellos que no creen en nada porque no encontrarán consuelo en momentos de desesperación.

Ahora bien, el único hombre perfecto que ha existido en la historia del mundo es Jesús. Ninguno de nosotros lo somos y nadie en el futuro lo será. Y todos tenemos algo de qué pedir perdón y alguien a quien perdonar. Pide perdón por tus errores y verás cómo se te va a aligerar el corazón y cómo vas a vivir más feliz. Perdona, aunque te cueste años convencerte a ti mismo de que has perdonado y verás cómo, a pesar de las cosas malas que pasan, siempre hay algo más grande en tu camino por lo cual luchar.