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miércoles, 20 de septiembre de 2023

La Palma

Elegí el lugar,
fijé la fecha.
Y al frente
en primera fila
acomodé a mis tres demonios.
Me miran.
Me esperan.
Mi azufre,
mi mercurio,
mi sal. 

Yo los elegí.
El blanco de sus ojos
brilla tanto que duele.
Se pararon cerca
y crecieron cual hiedra:
perenne trepadora.
Me taparon con sus hojas,
me encajaron los dientes,
su lengua detrás de sus colmillos
susurrándome al oído.
Me dejaron debajo
y sin agachar la cabeza
miraron mi corona desde arriba. 

La luna elevó la marea,
me ahogó el llanto,
diluyó mis lágrimas
con el resto del agua salada.
Me vieron
de cara a la arena del tiempo
que nunca se queda quieta.
Se movía alrededor mío,
atrapándome entre sus granos,
creando mi agujero negro.

Arquitectos de sus universos personales,
¿con qué pies entran en el círculo?
Lanzaron su escuadra a mi cielo
que en su compás siempre tiene cabida.
Haciéndome caos
en su orden.

Pero después del hundimiento
sale el sol,
recoge el mar
y saca a los parásitos de las raíces
para regresarlos a la penumbra.

De rodillas
izé las velas.
Eché a andar la barca
remé entre neblina
hasta tocar otra costa fría.
Arena nueva,
limpia y brillante y fuerte.
Abriendo mi camino hacia el frente. 

He quemado la nave.