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domingo, 30 de enero de 2011

Calcetas

El primer día, llegué y me senté en un lugar junto al pasillo. Del otro lado y un poco más adelante estabas tú y volteaste para platicar con un compañero sin hacerlo antes de decirme “hola”. El resto de la clase pude observar cómo estabas sentado, cómo te habías peinado aquel día, la ropa que llevabas puesta, las expresiones de la mitad de tu cara, tu perfil, tu sublime sonrisa. Pero más que eso, me fijé en tus calcetas. Es algo que me fascina en los hombres: la inevitable revelación de sus calcetas al estar sentados. He visto todo tipo de pantalones, bastillas, calcetas y zapatos. Es una imagen chistosa, que, después de todo el esmero que le dedican a su arreglo personal exterior, se revele ese pequeñísimo detalle, que para mí, es muy grande.
Llevabas puestos unos jeans con zapatos amarillos de trabajo pesado y cuando estabas sentado, vi tus calcetas negras. Curioso ya que a los chavos de nuestra edad siempre los he visto con las típicas calcetas blancas. Sobretodo a mis compañeros de ingeniería. Pero tú usabas calcetas negras.

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