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sábado, 6 de diciembre de 2008

Moretones

Creo que a veces puedo durar hasta más de media hora, parada en un solo lugar, haciendo nada. Generalmente me quito los zapatos para que mis pies estén más libres y flexibles en caso de que comience a correr inconscientemente. Inconscientemente porque realmente no estoy lúcida cuando mis pensamientos se apoderan de mi cuerpo tanto física como mentalmente. Uh, eso suena aterrorizante. La verdad, me refiero a cuando me pongo a imaginar cosas. Eventos nuevos, originales, que sólo pasan por mi mente. Me absorbo en mi imaginación, incluso durante horas, repitiendo la misma escena una y otra y otra vez. Perfeccionándola, cambiando ligeramente la historia, añadiendo sentimientos cada vez más profundos, con más colores, con más aromas y con más sabores. Lo tedioso es que tengo que trabajar con la misma escena durante horas hasta quedar satisfecha (o ser interrumpida) para olvidarla dos semanas después (porque todos los días invento algo nuevo, de manera que sería imposible mantener a flote todas esas ideas siempre). Inclusive hay momentos en que me doy cuenta que estoy brincando, en el mismo lugar, con mi cuerpo aún rígido. Entonces paro y me río de mi propia ridiculez. He ahí mis intentos instintivos para despegar mis pies de éste mundo. Me pregunto cuándo comencé a depender tanto de mis fantasías. Ahora, cada vez que termino de leer un libro, ver una película, observar una imagen… tomo mi postura habitual en el segundo piso frente a la ventana, desde donde observo la majestuosidad de las montañas que relajan mis sentidos y me preparan para sumergirme en un mundo que, hasta el momento, sólo yo conozco. Naturalmente me aseguro de que nadie más esté ahí. Nunca me he perdido en mis pensamientos tan intensamente cuando hay personas cerca. De seguro, si me vieras en mi estado de trance, pensarías que estoy pasando por una crisis psicológica con los gestos que mi cara hace sin mi permiso cuando comienzo a pensar en una de mis escenas. Es que es más fácil añadirles emociones penetrantes si me coloco en la cabeza de cada uno de mis personajes. Y sería aún más traumatizante que comenzara a saltar o a correr de la nada. Y precisamente porque mis piernas comienzan a correr sin mi aprobación, termino despertando cuando me golpeo con algo. He ahí la explicación a mis misteriosos y prolíferos moretones.

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